martes, 15 de noviembre de 2016

Feeling blue




Hay días en los que me siento triste. En los que me cuesta arrancar y me refugio en pequeños placeres que me ofrecen mi dosis de dopamina rápida para sentirme algo mejor. No sé bien de donde viene esa tristeza. Y no estoy segura tampoco de hasta qué punto la alimento con mi consecuente reacción. Pero no me gusta nada cuando miro atrás y veo como ese lastre ha impedido que aproveche mi día. Siento que me he dejado arrastrar y que he sido débil.

Hoy ha sido uno de esos días. No me sentía con fuerzas para concentrarme, no he hecho ni la mitad de lo que me había propuesto, he sido indulgente conmigo misma y ahora acabo el día con esa espinita clavada, otra vez, de haberme dejado llevar por la inercia. He actuado según me sentía. No he elegido qué hacer, realmente he reaccionado a mis sentimientos y no he seguido el plan. Mi plan. Me he desviado del camino, oh yeah, y ni siquiera puedo decir que haya acabado en ningún sitio interesante.

Últimamente he escuchado en varios sitios que no es muy aconsejable confiar en la fuerza de voluntad. Desgraciadamente, no es un puntal demasiado fuerte en el que apoyarse, al menos la mía. Y cuando estás bien, se puede sostener, pero en cuanto flaqueas un poco se desmorona. Es por ello que si no quieres depender por completo del estado de tu fuerza de voluntad necesitas equiparte con unas herramientas y unas estrategias que puedan ayudarte a apuntalar mejor y a que tu plan no empiece a hacer aguas a la primera de cambio.

Vale, pues ¿qué puedo hacer? ¿Cómo puedo reaccionar cuando empiece a sentir que no tengo fuerzas para seguir avanzando por mi camino? Si quiero resultados distintos tendré que cambiar mi modus operandi.
Bueno, se avecina una tormenta de ideas... ninguna ha pasado control de calidad. Solo quería acabar mi día sintiendo que podía sacar algo de provecho y voy a verter aquí las opciones que se me ocurran. El próximo día que me de la pájara puedo venir y recurrir a esas ideas y ponerlas a prueba. Tendré algo a lo que agarrarme.

Aléjate de las redes sociales.
La primera reacción es evadirme e Internet lo pone tan fácil. A un click o desbloqueo de móvil tengo el mundo a mis pies. Pero mi talón de aquiles son sin duda las redes sociales. No soy demasiado activa en ellas pero son una ventana desde la que ver la vida pasar y cuando estás un poco puf todas las vidas te empiezan a parecer maravillosas y especiales. O al menos, bastante más que la tuya. No es tanto envidia como un sentimiento de desazón porque tú no estás persiguiendo lo que quieres y esas personas parecen estar en ello. No tengo porqué querer lo que tienen en concreto, pero parecen lograr cosas y yo siento que no me muevo, que no llego a ningún sitio.

Con lo que logran que me sienta peor, no me aportan nada positivo en ese estado mental y me atrapan de una manera bastante siniestra. Es una sensación muy rara que tu cabeza te esté diciendo que no deberías estar haciendo algo, pero ver que tu voluntad no responde, y sigues ahí, en una especie de laberinto, ahora Facebook, salgo pero al doblar la esquina está Instagram, y después si voy por Pinterest quizá me inspire y anda, para esta manualidad había un libro en Amazon... esto... ¿por dónde la salida?

Pero como he dicho, me temo que hay momentos en los que no puedo depender solo de mi fuerza de voluntad así que hay que intentar que el entorno ayude un poco.
Ideas: dejar el móvil en otra habitación o apagarlo, controlador de tiempo en el navegador (wastenotime, freedom) que permiten bloquear ciertos sitios o todo si pasa un determinado tiempo...

 Actividades positivas 
A veces voy a acabar procrastinando de todos modos, pero mejor si lo que hago no me hace sentir peor, o incluso me aporta algo.

Podría: cantar o "bailar" una canción que me guste, hacer algo creativo como escribir, dibujar, origami..., ordenar algún agujero negro de mi casa, ponerme una mascarilla, leer un libro, cocinar algo que me apetezca probar...

Si estoy tan espesa que no se me ocurre qué hacer y ante tanta opción acabo bloqueada y no eligiendo nada, pues puedo crear un sistema de elección para días zombies. Una vez creé una lista de actividades, le asigné a cada actividad un símbolo y después puse los símbolos en unos palitos que metí en una lata. La idea es que cuando esté desmotivada o indecisa puedo coger un palito y que este me diga qué puedo hacer.

Shopping ban
De nuevo, si me siento mal soy más propensa a inventarme necesidades y buscar como satisfacerlas. Y de nuevo Internet no es mi amigo. Mejor no mirar escaparates online en ese tiempo, y si acabo haciéndolo, prohibido comprar. Puedo llenar cestas de la compra pero dejarlas en espera hasta momentos de mayor lucidez.

Sal a dar una vuelta
Aunque sea literalmente a dar una vuelta a la manzana.

Haz algo por alguien
Es algo que intento tener en mente más a menudo últimamente. Quitar el foco de nosotros mismos y pensar en otras personas y en como podemos alegrarles el día o al menos hacérselo más llevadero compensa. Lo mires por donde lo mires.

En cualquier caso recuerda siempre lo más importante. No te machaques. Gran parte de estas sensaciones no dependen de ti. Somos pura química y a veces la explicación está en una maldita hormona o en que tu cerebro está falto de dopamina, triptófano o flarlarlar. Lo que está en nuestra mano es saber reaccionar. El bache en la carretera no siempre lo podremos esquivar pero mejor no empeorar la cosa quitándonos el cinturón, sacando la cabeza por la ventanilla y poniéndonos de pie.

P.D. Al final publico un par de días más tarde, pero el espíritu es el mismo. A pesar de todo logré ponerme a escribir ese día y acabarlo con la sensación de haber hecho algo de provecho. Otra idea que recordar es que nunca se debe dar un día por perdido. Siempre se puede remontar.



2 comentarios:

Pablo dijo...

Hola:

Me siento bastante identificado con todo lo que escribes en este post. Particularmente, el sentimiento con respecto a las redes sociales lo he tenido muchas veces. Al cabo del tiempo, he ido dejando todas las redes en las que tenía cuenta: primero Twitter y después Facebook. Ambas me hacían sentir mal, más triste y menos activo. Son la excusa perfecta para "hacer algo" que no requiere apenas energía mental. Últimamente, me encontré sustituyéndolas con YouTube, y también tuve que controlar eso...

De todas las opciones que das, la que a mí siempre me funciona mejor es salir a dar una vuelta y sin móvil. Normalmente, cuando no consigo concentrarme o me siento perezoso, la razón que subyace a esa falta de concentración suele ser una intranquilidad, una necesidad física de mover el cuerpo para poder tranquilizar la mente.

Saludos,
Pablo

ladydilema dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.